Una sociedad regenerativa
"Propósito 1A en el 2022"
Ha comenzado, ya desde hace algunas unas semanas atrás, un nuevo año. Y como es propio de nuestra cultura en muchos países del mundo, si no es en todos, cada nuevo año trae consigo también una buena cantidad y variedad de buenos propósitos de todo lo que queremos hacer en cada ámbito de nuestras vidas, y la ganadería es uno de ellos.
Pero, junto con los propósitos también llegan los desafíos. Todo camino en la vida tiene algún tipo de obstáculo o reto para superar. Y en la ganadería pareciera que cada vez nos enfrentamos a más de ellos, algunos más difíciles de superar que otros, pero estoy convencido que ninguno de ellos es insuperable, ¡gracias a Dios!, y siempre y cuando demos los pasos correctos.
Desinformación, el principal desafío
Todavía en el 2022 no dejarán de aparecer en los medios de comunicación, y en las redes sociales, los ataques provenientes de los veganos radicales, los animalistas, los ambientalistas extremos, la pseudociencia, la tecnología y desarrollo industrial de alimentos sintéticos que se venden como supuestamente más ecológicos y como solución al calentamiento global, los políticos que se adhieren a estas corrientes y las promueven en sus campañas y en sus gobiernos como estrategia para ganar adeptos y votos, y en general, todo tipo de activismo en oposición a la ganadería, que no hace más que sacar información de su contexto real para desinformar a la opinión pública y tratar de convertirlos en sus seguidores y multiplicadores. Y esto, no sólo va a seguir apareciendo este año, sino que va a ser cada vez mayor y peor tanto en este como en los próximos años.
El problema grave que tenemos con respecto a esto es, que sea como sea, este tipo de desinformación si va “haciendo mella” en la mentalidad de las personas que la reciben, y poco a poco se les va convenciendo de que es una realidad. Así que, debemos aceptar que poco a poco vamos a ir perdiendo consumidores de alimentos de origen animal, que harán caso de lo que sus influenciadores digan y migrarán hacia las dietas veganas y de alimentos sintéticos, muy a pesar de que en realidad el problema del calentamiento global no se va a resolver por el sólo hecho de que algunos ganaderos (pequeños y medianos nada más, que por su escala de productividad serán los que menor capacidad tengan de resistir esta presión) dejen de hacer ganadería.
Curiosamente, los promotores de las ideologías veganas parecen no darse cuenta de que si se quiere producir alimentos de origen vegetal sin ganado, y producirlos a gran escala para que se garantice una accesibilidad masiva a este tipo de alimentos, hay que recurrir al uso de tecnología que destruye los ecosistemas: deforestación de campos extensos para poder convertirlos en áreas de monocultivo, arados que erosionan el suelo, semillas modificadas genéticamente (OGM), fertilizantes químicos, herbicidas y plaguicidas que contaminan el aire, el suelo, las aguas y son letales para mucha de la flora y fauna autóctona de los ecosistemas agropecuarios, y de paso también contaminan los alimentos para consumo humano, y desde luego, el transporte terrestre y aéreo para llevarlo a todas las plazas de mercado que genera emisiones elevadas, o el procesamiento de los alimentos que sirven de materia prima para convertir en otros productos de mercado tradicional (harinas, pastas, salsas, etc.), entre muchos otros detalles de este tipo.
Degradación de las tierras como consecuencia de la agricultura intensiva
Bien dicen que nunca han sido realmente buenos los extremos. Y así como no es razonablemente bueno extremar al consumo de proteínas de origen animal como único alimento en la dieta, tampoco es razonablemente bueno extremar al consumo de vegetales ni mucho menos pretender que los nutrientes contenidos en los alimentos de origen animal sean fácilmente reemplazables por alimentos de origen vegetal (pueden ser vegetales ricos en proteína, pero no es lo mismo una proteína de origen vegetal que una de origen animal, como no son lo mismo tampoco las grasas de origen animal y vegetal). Lo más razonable es nutrirse con una dieta balanceada, compuesta tanto por alimentos de origen vegetal como de origen animal.
Agreguemos a eso la falta de voluntad política generalizada en nuestros países para realmente accionar programas de descarbonización de sus economía aprovechando el gran potencial que tienen las ganaderías, en especial aquellas que realizan prácticas regenerativas, para secuestrar gases con efecto invernadero, superando por mucho sus propias emisiones y contribuyendo a reducir las emisiones de otros sectores, y mitigar así su impacto en el ambiente.
Y no perdamos de vista que contrario a lo que estas ideologías, corrientes e influenciadores argumentan en sus discursos, una ganadería correcta, enfocada en prácticas regenerativas, con impacto ambiental o ecológico positivo, lejos de ser un enemigo del planeta y la humanidad, más bien constituye uno de sus mejores aliados en la lucha contra el cambio climático. Sin dejar de reconocer, que todavía hay muchos ganaderos (incluso son mayoría) adeptos a las prácticas insostenibles de producción agropecuaria, y que deben corregir su actitud tanto como sus prácticas y hasta sus malas costumbres. Y sin dejar tampoco de advertir, que la ganadería es más bien uno de los sectores (si no el más) perjudicados con el cambio climático, puesto que la producción agropecuaria está estrechamente correlacionada y afectada por el clima.
La agricultura y la ganadería prácticamente son los principales sectores afectados por el Cambio Climático
No podemos tampoco dejar de mencionar que la pandemia trajo cosas malas y buenas para la producción agropecuaria.
Una de las cosas buenas que trajo fue que se disparó el consumo de alimentos en el hogar, ya que al tener que confinarse hubo que preparar más alimentos en casa, y en especial, la preocupación por mantener un buen estado de salud despertó el interés por la preferencia hacia el consumo de alimentos más saludables (aquellos con alguna característica o factor diferenciador que promete ser más saludables, como los orgánicos, o los alimentos grassfed o producidos a base de pasto, y similares). Otra de las cosas buenas fue el acercamiento de los consumidores con los productores, y los emprendimientos de negocio relacionados con el comercio de los alimentos producidos en granja, tanto de forma directa entre productor y consumidor, como mediante la creación de plataformas de mercado incluso en línea.
Pero, una de las cosas malas que trajo fue el encarecimiento de los alimentos durante la llamada “reactivación económica” que a su vez resultó determinante en los altos índices de inflación registrados en muchos países, incluso Estados Unidos y países de la comunidad europea (no fue sólo cuestión de los países “pobres”), y por supuesto también en el encarecimiento de los insumos.
En pandemia aumentaron las ventas de alimentos a través del eCommerce (compra en línea)
Todo esto debería habernos hecho entender, lo interrelacionados que estamos todos en la humanidad. Que la ciudad depende del campo, pero que el campo sin la ciudad tampoco tendría mayor demanda de sus productos. Nos necesitamos los unos a los otros. Y no hay que estar satanizando una actividad tan noble como la producción agropecuaria desde la ciudad, porque del campo vienen sus alimentos, pero también, si se quiere, el equilibrio ambiental para mitigar la gran contaminación que genera el estilo de vida moderno en las ciudades.
Regeneración en todos los ámbitos, el principal propósito
Así que en este nuevo año, nuestros buenos propósitos deben incluir como ciudadanos el de dejar de tratar al productor agropecuario o ganadero como si fuera el enemigo del planeta y de la humanidad culpándolo de ser el que destruye los ecosistemas y el que más contamina el aire o el ambiente, o de ser maltratadores y abusadores de los animales, y como productores hagamos el firme propósito de corregir cualquier mala práctica que todavía tengamos de esas que no son sustentables, y procuremos al máximo producir alimentos más sanos y saludables para el consumo humano, aboliendo el uso de químicos, venenos, hormonas, y demás contaminantes.
A partir de este año 2022, les invito y les animo para que adoptemos una mejor actitud en todo sentido, actuemos como una sociedad verdaderamente consciente e intencionalmente regenerativa en todos los ámbitos posibles. Como consumidores, apoyemos a los productores agropecuarios que demuestran preocupación por el planeta, el ambiente, los ecosistemas, la naturaleza y la salud humana, prefiriendo consumir alimentos que hayan sido producidos por productores evidentemente regenerativos. Como productores, hagamos nuestra tarea, y produzcamos ese tipo de alimentos y hagamos de los ecosistemas agropecuarios las despensas de salud y calidad de vida para toda la humanidad. Apoyémonos todos entre sí, pongamos el bien común por encima del bien individual, y construyamos todos juntos un mejor planeta y un mejor futuro para las generaciones actuales y venideras.
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