Ganadería Planificada (Parte 3):
"Planeación Agropecuaria Holística"
Por: Zoot. Esp. Michael Rúa Franco
En las partes 1 y 2 del tema que estamos desarrollando y al que hemos titulado “Ganadería Planificada”, ya hemos mencionado que todo proyecto agropecuario generalmente se desarrolla a partir de las IDEAS que cada productor tiene pensado realizar en su propio establecimiento y/o en su negocio en particular.
Pero hemos a la vez explicado en primer lugar que tener una idea no es lo mismo que tener un plan, y que no podemos desarrollar un proyecto cambiando todo el tiempo de idea, porque comúnmente y naturalmente no suele haber lugar a una sola idea sino a muchas de ellas, y si todas nos parecen interesantes y prometedoras terminamos queriendo hacer de todo un poco pero sin un rumbo específicamente definido, que nos hace divagar y estar dando vueltas sin progresar realmente hacia el futuro, la meta o los resultados pretendidos, por carecer de un plan para realizarlas estratégicamente, justo por lo cual enfatizamos en la importancia de convertir las ideas en un plan (ver Ganadería Planificada Parte 1).
Y en segundo lugar, precisamente les he explicado cómo es que podemos convertir las ideas que se nos van ocurriendo en un plan para realizarlas convenientemente, y que existen varios tipos de planeación que se complementan entre sí, siendo uno de estos el Plan de Negocios seguido por el otro que es el Plan Estratégico, y les he detallado los componentes de cada uno, además de hacer claridad a cerca de lo que marca la diferencia entre ambos (ver Ganadería Planificada Parte 2).
En esta tercera parte quiero compartirles a cerca de otra visión más moderna pero sobre todo más enfocada en los proyectos agropecuarios como tal (si bien aplica para cualquier ámbito de la vida), que toma como base de información el plan estratégico y lo convierte en un PLAN HOLÍSTICO.
Hacia una producción agraria con propósito
Tanto la agricultura como la ganadería son actividades cuyo propósito principal es producir los alimentos que la humanidad necesita para su sustento y para su salud. Las ganancias que obtenemos son una consecuencia natural del servicio que prestamos, pero no debe ser nunca lo único que se proponga conseguir un proyecto productivo. El impacto que tienen nuestros sistemas de producción va más allá de esto, y podemos resumirlos en tres aspectos fundamentales que a su vez le dan un sentido más ético a lo que hacemos, y son:
1.- El impacto social/humano: la calidad de vida en todo su amplio sentido es el principal objetivo. Implica entonces que lo que hagamos debe garantizar que las personas involucradas en la actividad o que de algún modo serán afectadas a lo largo de la cadena que va desde el productor hasta el consumidor, sean positivamente impactadas en su calidad de vida. Y esto no debe darse como producto del azar, sino que debe ser planificado intencionalmente desde la base, que justo somos los productores (nos incluye a nosotros, a nuestras familias y a cada persona que trabaja con nosotros junto con sus familias).
Así pues, nuestro proyecto agropecuario debe producir beneficios prioritariamente para la comunidad de la que hacemos parte, porque si nuestro entorno está bien, nosotros también lo estaremos. Estos beneficios deben ir más allá del discurso de los alimentos saludables, porque de nada sirve producirlos si sólo unos pocos podrán consumirlos, así que también hay que garantizar la accesibilidad a los alimentos saludables para los menos favorecidos dentro de la comunidad de la que hacemos parte, puesto que una comunidad en la que una parte de ella, por pequeña que sea, esté padeciendo hambre o desnutrición o enfermedad por no poder acceder a alimentos de buena calidad, será una comunidad con muchos problemas sociales. También debemos cooperar con la generación de empleo, ser inclusivos y pagar salarios justos. Debemos conectarnos con la comunidad, y trabajar en lo necesario para crear proactivamente un entorno de respeto, de confianza y de reciprocidad o apoyo mutuo.
2.- El impacto ambiental: Debemos promover un cambio de mentalidad en lo referente a la relación entre el ser humano y el entorno natural. El medio ambiente y los recursos que nos presta la naturaleza para la producción agropecuaria ya no pueden ser vistos como meros instrumentos ni como una fuente ilimitada de beneficios, sino como el marco donde se desarrolla la vida de todos los seres vivos, y del que depende nuestra salud, bienestar y supervivencia.
Nunca antes en la historia de la humanidad hubo tanta preocupación como en el tercer milenio después de Cristo, en cuanto a la manera como la producción agropecuaria afecta al planeta. Ningún productor agropecuario se preocupó antes, como ahora, de sus emisiones de gases con efecto invernadero y la consecuencia de estos sobre el cambio climático. Ahora no solo tenemos que ocuparnos de producir alimentos para los seres humanos, sino también oxígeno y agua, y para esto tenemos que aprender a gestionar correctamente los recursos naturales a todo nivel. La protección del medio ambiente deberá constituir entonces parte integrante de nuestro proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada. Tenemos que dejar de considerar los aspectos medioambientales como elementos externos o secundarios.
La preservación y la regeneración de la calidad ambiental deben convertirse en aspectos ineludibles en el planeamiento y desarrollo de cualquier actividad humana que pueda provocar algún impacto en el medio. Ello exige valorar en su justa medida tanto los beneficios que obtenemos del medioambiente como los impactos que causamos en él, y tenerlo en cuenta a la hora de tomar decisiones.
3.- El impacto económico: Un crecimiento económico que no contemple las mejoras sociales y la protección del medio ambiente no puede perdurar en el tiempo. La economía de nuestros proyectos agropecuarios no sólo debe estar enfocada en mejorar nuestras finanzas individuales, puesto que sería un enfoque egoísta, sino que debe buscar el aumento de la calidad de vida de los integrantes de nuestra comunidad y en general del conjunto de la población e integrar las cuestiones medioambientales, buscando la ecoeficiencia, es decir, producir más con menos consumo de recursos y menos generación de residuos. De este modo, no sólo se reduce el impacto ambiental sino que se mejora la rentabilidad y la competitividad en las actividades económicas, como resultado de aplicar un modelo de economía ecológica.
Tenemos que promover también un cambio de mentalidad en este sentido. Los productores agropecuarios erróneamente nos hemos creído dueños de una parte de la Creación de Dios, y nos respalda en esta equivocada convicción el hecho de tener documentos que acreditan legalmente ante la sociedad nuestra propiedad sobre estos terrenos. Esto nos ha hecho darle a nuestras tierras un manejo absolutamente egoísta, puesto que hacemos “lo que nos venga en gana” de linderos para adentro, como si lo que hacemos no afectara a nadie más que a nosotros cuando en realidad no es así. Todo lo que hacemos de una u otra manera impacta hacia afuera, y trae consecuencias para la comunidad a la que pertenecemos y para el planeta entero.
Entonces, hacemos un uso irracional de los recursos que nos presta la naturaleza, porque creemos que por estar dentro de los linderos de nuestra propiedad nos pertenecen y podemos hacer con ellos lo que nos provoque. Si los agotamos, creemos que a nadie más que a nosotros le importa. Esto cada día se hace menos real, porque en la medida que los recursos naturales se han ido agotando, y esto ha traído consecuencias para el planeta, mayor interés ha despertado en la humanidad entera. Los recursos naturales, sea donde sea que se encuentren, le pertenecen a la humanidad, y si existiese un delegado de la humanidad para administrarlos, y si además monetizáramos el valor de tales recursos y quien los usa tuviese que pagar por usarlos, lo más seguro es que no podríamos soportar el costo. Por ejemplo, el agua es un recurso universal del que todos nos beneficiamos, y aunque es un recurso escaso y vital, que por tanto tiene un valor teórico incalculable, suele ser un recurso por el que no pagamos en el campo, o pagamos muy poco, y el costo que tiene no es ni siquiera del agua en sí misma sino de su distribución, pero si se tuviese que pagar al valor real, sería un costo insoportable para la mayoría (sino para todos). Tal vez porque no nos cuesta realmente lo que vale, es que al final no lo usamos correctamente. Y esto mismo podemos decir de todos los recursos de la naturaleza por los que no pagamos o pagamos un valor insignificante.
Claro está que este modelo de economía egoísta que aplicamos para la administración de los recursos de la naturaleza se torna cada día más insostenible. Es por ello que tenemos que ser intencionales y proactivos planificando la manera correcta como usaremos cada recurso de la naturaleza en nuestros proyectos agropecuarios en particular, y siempre con un enfoque de economía sustentable y sostenible, que en vez de agotar los recursos garanticemos su infinita regeneración e inagotable disponibilidad. Los primeros beneficiados somos nosotros mismos, y al mismo tiempo, la humanidad entera.
Conflictos mundiales requieren de soluciones holísticas
En síntesis de todo lo que hasta ahora he mencionado, nuestros proyectos agropecuarios deben ser planificados de tal manera que hagamos una contribución real desde la individualidad para habitar el mundo que todos deseamos, y en este sentido, la producción agropecuaria debe impactar social, ambiental y económicamente de manera integralmente positiva, no solo nuestras vidas en particular, sino las de todos los que hacen parte integral de nuestros equipos de trabajo, de nuestra comunidad local, de nuestra nación y del planeta entero, y este debe ser nuestro propósito intencional y proactivamente planificado.
Tengamos muy presente que la humanidad afronta en este primer siglo del tercer milenio unas dificultades o conflictos mundiales severos. Estamos frente a una economía globalizada, industrializada, monopolizada y sobre todo, ambientalmente crítica. Tenemos evidencia de todos los síntomas para que en cualquier momento nos enfrentemos a lo que en economía se denomina una “tormenta perfecta” (una crisis económica mundial por múltiples causas complejas). Pero, aunque parezca increíble, desde cada granja en el planeta podríamos ayudar a mitigar tal situación en la medida que logremos un impacto tridimensional desde lo que hacemos hacia afuera (en la dimensión social, en la dimensión ambiental, y en la dimensión económica). No olvidemos que en el mundo de hoy una tercera parte de la población depende de las actividades agropecuarias, y de ahí que si nos proponemos cada uno hacer nuestro aporte, lograremos un impacto global trascendental.
Por ejemplo, los agroproductores podemos hacer un gran aporte en materia de prevenir y ayudar a revertir la pérdida de suelos y/o de la fertilidad de los mismos (que es el conflicto mundialmente conocido como desertificación), o lo que es igual, a revertir la pérdida de su productividad. Y así mismo, podemos hacer un gran aporte en materia de prevenir y ayudar a revertir el daño ecológico causado por la tala y quema de bosques y alteración de los ecosistemas de vida que se intensificó con la expansión del modelo de producción agropecuaria intensiva e industrializada. O también, podemos hacer un gran aporte en cuanto a la gestión del agua, previniendo y ayudando a revertir los daños ecológicos causados por su contaminación o la pérdida de fuentes hídricas como consecuencia de la alteración de los ecosistemas y la desertificación que han hecho escasear el agua en muchas comunidades. Y claro está que también podemos ayudar muchísimo combatiendo la pobreza, la falta de oportunidades de empleo rural, la injusticia social, la exclusión social, el hambre, la desnutrición, y en general todo lo relacionado con la seguridad alimentaria. Si hacemos el trabajo correcto, podremos ayudar también a mitigar los efectos del cambio climático atacando al menos una de sus causas, como son las altas emisiones de gases con efecto invernadero que ha venido registrando el sector agropecuario en las últimas décadas.
Estoy consciente de que para un productor agropecuario del promedio puede parecer que la tarea es titánica, imposible y hasta un poco ilusa. Pero esto reflejaría más que todo una actitud de indiferencia y evasión de la responsabilidad que queramos o no, por el sólo hecho de tener a cargo la administración de una porción del planeta, tarde que temprano tendremos que asumir. Así que no deberíamos seguir intentando evadir esta responsabilidad, sino al contrario, ponerle el pecho ahora mismo en vez de aplazar para después, para que no se nos haga tarde.
Pero sé que para muchos también puede resultar difícil saber cómo afrontar estos retos que nos trae el presente y el futuro, sobre todo cuando no hemos desarrollado el hábito de planificar nuestro trabajo con visión de futuro, y más aún, cuando hay que agregar tantos ingredientes. Es por ello que conviene hacer uso de herramientas específicamente diseñadas para servirnos de guía en la planificación y realización de nuestros proyectos agropecuarios. Y justamente eso es lo que nos provee la planificación holística, cuyos componentes paso a detallar.
COMPONENTES DE LA PLANEACIÓN HOLÍSTICA
1.- Identificación del proyecto
2.- Responsables de tomar las decisiones (individuos o juntas de socios)
3.- Recursos humanos involucrados con el proyecto (puede incluir familia, comunidad, etc.)
3.1. Personal que conforma el equipo de trabajo de planta y ocasional
3.2. Los proveedores de productos, equipamientos o servicios
3.3. Los clientes o consumidores
3.4. Otros involucrados o participantes
3.5. Estructura Organizacional
4. Recursos físicos
4.1. Componentes asociados a la tierra (recursos agronómicos)
4.1.1. Mapas del terreno con detalles de áreas (planimetría, topografía, orografía)
4.1.2. Usos actuales y proyectados del terreno
4.1.3. Composición botánica del ecosistema
4.1.4. Disponibilidad forrajera y otras cosechas obtenidas
4.1.5. Hábitos en el uso de insumos agrícolas
4.1.6. Tecnologías habitualmente implementadas
4.2. Construcciones o instalaciones
4.2.1. Para el uso del recurso humano
4.2.2. Para el uso de las cosechas
4.2.3. Para el uso de los animales
4.2.4. Para captar, almacenar, distribuir o gestionar el agua
4.2.5. Otras construcciones o instalaciones disponibles o aprovechables
4.3. Maquinaria y equipos
4.4. Los animales de producción (recursos zootécnicos y veterinarios)
4.4.1. Especies animales que generan productos aprovechables
4.4.2. Genética de los animales de producción
4.4.3. Recursos usados para la alimentación y nutrición de los animales
4.4.4. Gestión de los residuos producidos por los animales
4.4.5. Sistemas de producción habitualmente implementados
4.4.6. Productos comestibles y no comestibles de la ganadería
4.4.7. Herramientas para el control de calidad de los procesos
4.4.7. Herramientas para el control de calidad de los productos
4.4.8. Manejo sanitario (salud animal, profilaxis, bioseguridad, inocuidad)
4.4.9. Prevención y control de parásitos y enfermedades
4.4.10. Manejo del botiquín veterinario
4.4.11. Prácticas veterinarias habituales
4.4.12. Herramientas para la trazabilidad sanitaria y zootécnica
4.4.13. Manejo de la reproducción y crianza animal
4.4.14. Tecnologías veterinarias habitualmente implementadas
5. Recursos económicos o financieros y administrativos
5.1. Fuentes de dinero disponibles
5.2. Flujo de caja o de fondos (costos/gastos vs ingresos vs ganancias)
5.3. Pasivos y/o responsabilidades financieras adquiridas
5.4. Activos y/o inversiones o posibles generadores de ingresos
5.5. Alternativas para resolver posibles atascos
5.6. Herramientas de planeación habitualmente implementadas
5.7. Capacidades individuales y grupales del equipo de trabajo
5.8. Herramientas usadas para la documentación de procesos
5.9. Herramientas usadas para la toma de decisiones
5.10. Proyectos que se pretende llevar a cabo
5.11. Certificaciones obtenidas, en proceso o pretendidas
5.12. Gestión realizada para el comercio de los productos
6. Recursos ecológicos
6.1. Herramientas para la gestión de las emisiones de gases con efecto invernadero
6.2. Herramientas para la mitigación del cambio climático
6.3. Gestión de los residuos, reciclaje y basuras
6.4. Otras herramientas para la prevención y control del impacto ecológico
6. Declaración de calidad de vida
6.1. En el ámbito social
6.2. En el ámbito ambiental
6.3. En el ámbito económico
La palabra HOLÍSTICO denota que la gestión del todo en su conjunto es más importante que la sumatoria de cada uno de sus componentes por separado. En la producción agropecuaria moderna somos muy fácilmente dados a trabajar una cosa a la vez y por separado de todo lo demás, por ejemplo, como cuando elegimos una genética que se supone que nos aumente la producción, pero no consideramos las implicaciones de elegir esa genética; o como cuando para aumentar la fertilidad del suelo compramos los fertilizantes que se necesiten sin considerar el impacto ambiental que esto produce; o como cuando resolvemos los requerimientos nutricionales de nuestros animales comprando alimentos concentrados balanceados que reemplazan hasta la mitad de la dieta forrajera buscando alta producción sin considerar los costos que esto implica.
Como se puede observar, en la Planeación Holística no se trabaja ningún componente por separado. Los componentes de la planeación abarcan todos los frentes, y se interrelacionan entre sí de modo que lo que decidamos hacer con cualquier componente pueda funcionar en relación con lo que decidamos trabajar con todos los demás componentes.
El objetivo es hacer que todos los componentes de la Planeación Holística (que es la manera como me he planteado alcanzar todos los propósitos que contribuyan con la calidad de vida y los impactos positivos en lo social, ambiental y ecológico) cooperen para lograr los propósitos establecidos previamente en el Plan de Negocios (las ideas que tengo para darle sustento económico a mi actividad agropecuaria en el largo plazo) y el Plan Estratégico (la manera como hago que las ideas que tengo se conviertan en un proyecto planificado).
A través del Programa PARTNER PRO estamos proporcionando la guía paso a paso para que los afiliados puedan trabajar siguiendo nuestras pautas en sus propios planes de negocio, planes estratégicos y planeaciones holísticas para sus proyectos agropecuarios en particular. Sirva esto de invitación para que te animes a afiliarte y unirte a nosotros con este objetivo.
En el próximo blog el tema elegido para dar continuidad a esta seria es el de los PLANES DE ACCIÓN YO DE TRABAJO, que constituye el siguiente paso en la planeación de cada proyecto agropecuario, para que estés atento y así no te lo pierdas.
Y como siempre digo, me es muy grato y sobre todo emocionante y comprometedor cuando me permites ser tu guía en tu proyecto agropecuario, que es justo lo que venimos trabajando en nuestro programa de acompañamiento profesional a distancia PARTNER PRO. Espero que cuando te sientas listo para esto, te unas y participes. Siempre serás bienvenido!
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